Aunque el diseño pertenece a la historia contemporánea, ha evolucionado mucho y muy rápidamente siguiendo criterios y teorías muy diferentes y dando importancia, unas veces, a la forma, otras, a la función, o a las dos cosas por igual. De esta manera, se han originado diferentes tendencias de diseño.
En un primer momento se procuraba que la ornamentación del producto disimulara la función práctica. Más adelante se consideró que las cualidades de los materiales y su función eran los agentes principales de los valores estéticos.
También se ha cuestionado la influencia que tiene el diseño para conformar el gusto de las personas: ¿el buen diseño educa el buen gusto del consumidor, o son las preferencias del consumidor las que imponen que los diseños tengan determinadas formas y estilos?
Diferentes maneras de concebir el diseño, en determinados momentos, manifiestan las siguientes tendencias:
• La relevancia de la forma sobre la función.
• El predominio de la función sobre la forma.
• La consideración de la forma y la función con la misma importancia.
A. Relevancia de la forma sobre la función: el Formalismo.
Al iniciarse la fabricación industrial de objetos, había una gran preocupación para ocultar su fealdad. Durante mucho tiempo, la función y la forma práctica de muchos objetos se disimularon bajo un aspecto bello, concordante con la tradición artística y artesana. Eso provocaba un exceso de ornamentos que daban una apariencia compleja a todos los objetos.
Actualmente esta tendencia a priorizar los aspectos de forma se llama styling. Es una opción en el diseño que busca la modificación externa de un objeto sin tener en cuenta la funcionalidad.
Así se da a los objetos nuevos valores simbólicos de modernidad, con la finalidad de sorprender y fomentar el consumo.
B. Primero la función después la forma: el funcionalismo.
Otra tendencia en el diseño consideraba que reproducir las formas del pasado obstaculizaba la función de los objetos nuevos. En esta opción, un diseño es bello cuando los aspectos formales están supeditados a la función, es decir, cuando la calidad de los materiales y los procesos de la producción enmarcan la imaginación del diseñador.
A principios del siglo xx se consolidó el movimiento funcionalista, que somete la forma del objeto a su función. La idea de belleza deja de ser el motor del diseño y se convierte en una consecuencia: la belleza viene por añadidura.
En síntesis, ésta es la teoría defendida por la célebre escuela Bauhaus, que ha ejercido durante muchos años una enorme influencia sobre el diseño industrial, influencia que, actualmente, aún es notable.
C. Función y forma tienen la misma importancia.
Actualmente los profesionales del diseño tienden a considerar que los aspectos formales y de funcionalidad tienen la misma importancia y, por lo tanto, se tienen que plantear y estudiar conjuntamente.
Un objeto es bello porque satisface una necesidad y, también, porque presenta una forma que comunica su función y es visualmente atractiva para complacer al consumidor.
Por ejemplo. La reconversión de una estantería en una mesa es ingeniosa y puede resolver problemas de espacio en viviendas de dimensiones reducidas.
Función Práctica:
Se refiere a las funciones técnicas u operativas del objeto. Determina la utilidad del producto. Está estrechamente relacionado con la función estética, porque la forma debe indicar las funciones que cumple el objeto.Función estética de los objetos.
Más allá de la indispensable adecuación entre forma y función, se busca la belleza a través de las formas, colores y texturas. Entre dos productos de iguales prestaciones técnicas y precios, cualquier usuario elegirá seguramente al que encuentre más bello. A veces, caso de las prendas de vestir, la belleza puede primar sobre las consideraciones prácticas. Frecuentemente compramos ropa bonita aunque sepamos que sus ocultos detalles de confección no son óptimos, o que su duración será breve debido a los materiales usados. Las ropas son el rubro tecnólogico de máxima venta en el planeta porque son la cara que mostramos a las demás personas y condicionan la manera en que nos relacionamos con ellas.
Función simbólica de los objetos.
IMAGEN. Los diferentes diseños simbolizan los distintos puestos de la empresa
Cuando la función principal de los objetos es la simbólica, no satisfacen las necesidades básicas de las personas y se convierten en medios para establecer estatus social y relaciones de poder.Las joyas hechas de metales y piedras preciosas no impactan tanto por su belleza (muchas veces comparable al de una imitación barata) como por ser claros indicadores de la riqueza de sus dueños. Las ropas costosas de primera marca han sido tradicionalmente indicadores del estatus social de sus portadores. En la América colonial, por ejemplo, se castigaba con azotes al esclavo o liberto africano que usaba ropas españolas por pretender ser lo que no es.
El caso más destacado y frecuente de objetos tecnológicos fabricados por su función simbólica es el de los grandes edificios: catedrales, palacios y rascacielos gigantes. Están diseñados para empequeñecer a los que están en su interior (caso de los amplios atrios y altísimos techos de las catedrales), deslumbrar con exhibiciones de lujo (caso de los palacios), infundir asombro y humildad (caso de los grandes rascacielos). No es casual que los terroristas del 11 de septiembre de 2001 eligieran como blanco principal de sus ataques a las Torres Gemelas de Nueva york, sede de la Organización Mundial del Comercio y símbolo del principal centro del poderío económico estadounidense.
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